Por: Hollman Leal Gomez
Existe una simbiosis determinante y única, una inseparable conjunción de instrumentos que dan origen a la identidad de un género musical, que sin estas herramientas, difícilmente mostraría lo que es su esencia. Es como se percibe el Rock and Roll, las guitarras eléctricas y el bajo, definen sin duda la progresión armónica y musical, no que no se pueda realizar Rock sin estos instrumentos, es posible, se ha hecho, pero no le daría ese carácter particular y al que tanta devoción se le brinda.
La guitarra definió la identidad del Rock, como el saxofón y la trompeta lo fueron al jazz, o el bandoneón al tango, es un tema de representantes de líderes de expresión y creación, de profetas de su género que a través de un estilo individual, personal, definen el estilo del género.
Una de las vertientes del Rock se generó en Birminghan, Inglaterra, a finales de los años sesenta en una población netamente industrial, como altos niveles de contaminación auditiva, ambiental, entre el humo y el ruido, creció una generación posterior a la segunda guerra mundial, con carencias diversas, pero que formo un perfil personal determinado por la industria y sus consecuencias en la vida de las personas, desde la insatisfacción laboral, explotación, ambientes y calidad de vida dura y deficiente, este fue el entorno que derivo en la creación de lo que se enmarcaría con el nombre de “Heavy Metal” (Metal Pesado), de ahí entenderemos por analogía el nombre que le dio un periodista para enmarcar ese nuevo género, que no tendría futuro, según los medios de la época.
Tommy Iommi, un operario soldador que sufrio una amputación parcial de las primeras falanges de su mano derecha y que interpretaba la guitarra eléctrica en una agrupación de blues, jazz y rock, con otros tres integrantes, empleados que hacían de la música escape a sus frustraciones sociales y económicas, encontraron en otro personaje, Ozzy Osborne, un carnicero de profesión, el mejor elemento para la creación de letras, mitología y misterio del novel género musical.
Esta epidemia musical encontró focos de germinación en las esquinas del mundo, en diferentes idiomas se le dio matices particulares que se extenderían creando distintos subgéneros, el público hispano no fue la excepción, había ansias profundas para vivir este género en las mismas formas como se vivía en inglés, pero pasaron muchos años para que una agrupación que cantara en española, narrara su historia entre guitarras, bajo y batería, con el nombre de un personaje de la Segunda Guerra Mundial, Manfred von Richthofen, “Baron Rojo” (1980) , fue el detonante para encontrar en una alineación de cuatro músicos las grandes bases del metal en español, de ellos podríamos extendernos en una gran avalancha de datos e información, pero su esencia se puede resumir en tres títulos “Resisteré”, “Los Rockeros van al infierno” y por la virtud del rock “CUERDAS DE ACERO”.
El rock vive por su íntima relación con la percusión como motor, la voz desgarrada y las ataduras de las cuerdas de acero.
