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Montreal , Quebec, Canada
Detras de esta página, se encuentra Hollman Leal Gómez, amante de la buena música, de la vida y entusiasta del conocimiento músical.

lunes, 29 de mayo de 2017

Leonard Cohen, encuentro musical, cita geográfica con el poeta.

Por: Hollman Leal Gómez

Una importante cadena de alquiler de películas desapareció por el peso tecnológico del cambio, pero en esos días yo ordenaba videos en formato de VHS que aun en 1997 eran valiosas piezas de venta y colección de esta manera encontré una película que rebosaba de lugares comunes en el cine estadounidense, una cafetería, un “pie” (torta) de limón, un hombre y una mujer violentos, una mesera que se molestaba por que no recordaban su nombre y como música en el fondo, un tocadiscos de 45 rpm que se activa con la caída de una moneda, una canción con la cadencia de los años ochenta, con la voz de quien declama un poema, “Baby, I've been waiting, I've been waiting night and day”, esa voz gutural y de un tono muy bajo con buena dicción pero profunda entonación, da inicio al primer encontronazo.
La canción hace parte de la banda sonora de la película de 1994 “Natural born Killers”, conocida en el mercado de América Latina como “Asesinos por Naturaleza”, película está dirigida por Oliver Stone, protagonizada por una pareja Mickey (Woody Harrelson) y Mallory (Juliette Lewis), una pareja de asesinos sicópatas alimentados por los medios de comunicación en un periplo de crímenes y violencia en una enferma colectividad estadounidense. El tema que comente se llama “Waiting for a miracle” de Leonard Cohen y hace parte de la banda sonora donde aparece otro tema de él, “The Future”, como sucedió en ese momento, sin prejuicios, ni tapones en los oídos, la música llega y genera la pregunta instantánea de ¿Quién es el músico?, pero tardarían veintitrés años en aparecer la respuesta y recordármelo la geografía de una ciudad canadiense, Montreal.

Hace frio hoy aunque ya llego la primavera, esa es la constante en la Montreal del año 2017, Leonard Cohen estaba en el aire y es singular encontrarse con la efigie de un compositor fallecido, con un icono que acaba de partir y ante el cual empiezan a aparecer historias y mitos confrontados, como si comía en un sitio de jamón ahumado o que Cohen prefería los “baggels” (rosquillas sin dulce) de un restaurante que tiene un pequeño altar en su honor, fue así como esta situación despierta mi claro interés y se convierte en una ruta del acercamiento musical fundamental para nuestros intereses. Volver sobre sus huellas, como descubriendo sus aun presentes esencias, de las personas que moldearon el músico, el escritor y cercano filósofo, nos lleva a la ciudad de Montreal, en la provincia de Quebec, en Canadá, a una ciudad conformada por distintas pequeñas poblaciones, por un cumulo de culturas anglófonas y francófonas y otra tanto de todas las nacionalidades existentes, una multitud de personas que a pesar de sus obvias diferencias conviven sin el menor inconveniente, en la ciudad de las calles sin fin, moviéndose en el bilingüismo y en la variedad de tradiciones musicales e históricas y que con cierto tono político y un sabor a frase trillada en la afirmación, constituye su principal riqueza cultural.
El recorrido en Montreal nos lleva a Westmount, una pequeña población que hace parte del conglomerado de la ciudad, de esas pequeñas villas como se les llaman, que se anexaron por decreto a la gran ciudad para luego volverse a separar parcialmente. El metro me conduce a la estación llamada “Villa-María” que a propósito su nombre fue una herencia de la colonia portuguesa y nos deja a dos calles de este enclave, una de ellas rodea un empinado ascenso de un kilómetro aproximadamente donde se encuentra el Marymount College y nos da la bienvenida a una de las zonas anglófonas de mayor riqueza en todo Canadá, dos grandes torres de edificios “Le Montebello” y el “Westmount One”, más adelante una iglesia metodista Coreana y un aviso en un poste que nos muestra que estamos en el lugar adecuado. Ya sobre la parte más alta de la calle continuamos el recorrido hasta la “Rue Belmont” y la casa donde creció Cohen y que fue propiedad de su madre, la casa materna con el número 599, donde él pasó su infancia y donde estableció sus primeras lecciones musicales para siempre, las que según su discurso al recibir el premio Príncipe de Asturias 2011, fueron fundamentales para poder interpretar un instrumento, esos 6 acordes que según el repitió durante toda su vida y que recibió de parte de un joven guitarrista español. (Les invito a ver en Youtube el discurso completo escuchar la historia del encuentro de Cohen con la guitarra flamenca y su experiencia de adolescente. https://youtu.be/JUKu2-QEspQ)
Marcas del tiempo en una vivienda de estilo victoriano, con esa mezcla de ladrillo y madera pintada de blanco, entre simpleza y elegancia, en una zona cercana al parque “King George”, que los vecinos prefieren llamar parque “Murray”, esa casa que transformó su segundo piso en una intimo estudio de grabación y que como afirmaron los propietarios actuales del inmueble, probablemente fue el sitio donde se inspiró el conocido tema “Hallelujah”, el tema de Cohen con más versiones grabadas. En una entrevista al periódico New York Post, Cohen afirmó: “Yo me siento en casa cuando yo estoy en Montreal, de una manera que yo no siento en cualquier otro lugar. Yo no sé qué es esto pero los sentimientos se tornan más fuertes cuando me hago más viejo”. El vecindario esta en estos momentos en remodelación, los obreros aun vestidos con abrigos para el invierno traen y llevan materiales en esta calle que desciende.
Leonard Cohen vivió en distintos lugares del mundo, con su amor y musa noruega Marianne Ihlen, en esa isla llamada Hydra en Grecia por siete años, pero también en su casa de Montreal comprada en el año 1970, ya con los ingresos de la poesía y la música, la casa número 28 de la “Rue Vallieres” en frente del parque Portugal, un pequeño espacio con bancas y un quiosco, desde donde se ve la casa doble de Cohen. Recorrí, varias veces este lugar rodee el parque cubierto de nieve, mire las esquinas, las calles que tienen una despejada casualidad, “Rue Marie-Anne”, como la inspiradora de Cohen, lo que aprovecho algún seguidor para colocar sobre el nombre de la calle “So long” y que luego de la muerte del bate, escribieran su nombre bajo el aviso. Como afirmó Cohen en una de su libro de poemas de 1961 “The Spice-Box of the Earth”: “Tengo que regresar continuamente a Montreal para renovar mis afiliaciones neuróticas”. Nos acercamos a la puerta de la casa, tomo las fotografías a la entrada y toco a la puerta imaginando que “Monsieur” Cohen me sorprenda abriéndola.

Su poesía y su música era una extensión de la expresión de su ciudad de su contacto, desde la postura de quien vive los distintos lugares, más allá de quien observa, de quien solo describe una percepción, esto se convierte claramente en un sentimiento. Su clásico tema llamado “Suzanne”, que se desarrolla en un espacio de la ciudad que por modernismo ya no existe, como aparece en la canción, llévame: “A un escondite al lado del río, donde podías oír las barcazas y pasarte toda la noche a su lado” ,me refiero al “Vieux Port”, el Viejo Puerto, un lugar que fue nostálgico, invadido de hipismo y con elemento de descuido arquitectónico y decadencia de los años sesenta, hoy ajeno a esa época, es una zona de efervescente turismo, pero sin dejar a un lado la emblemática iglesia que los marineros visitaban antes de zarpar a sus osadas aventuras geográficas y comerciales, esa la de “Notre-Dame-de-Bonsecours”, la que aparece en su canción “Suzanne” y donde hoy se conservan aun las réplicas en miniatura de los barcos, que se ofrecen en pago por los favores recibidos a la virgen, esa prosa que recibió también él.
Cohen visitaba las librerías de este sector, del Viejo Puerto de Montreal, cuando fue asaltado en una de ellas, fue iluminado, por Federico García Lorca y su poemario “Diván del Tamarit”:
“Poema: Gacela del amor desesperado”
La noche no quiere venir
Para que tú no vengas a mí,
Ni yo pueda ir.

Fue esta la epifanía, la luz al final del túnel, fue el momento donde el adolescente Cohen encontró el designio de ser poeta. Ya todo estaba dicho, aprendió a tocar guitarra andaluza por un español que se encontró en el parque enfrente de la casa de su infancia y encontró su oficio en las páginas de otro español, en las librerías de su natal ciudad. Cohen viajaba continuamente, por sus concierto y por placer, tenía una casa en la ciudad de los Ángeles, en California, Estados Unidos, pero vivía en la ciudad que lo nutria de inspiración constante, Montreal.
Hoy sus restos descansan en el cementerio judío de la Congregación Shoar Hashomayin, en el barrio que lo vio nacer en el año de 1934, en Westmount, de la misma sinagoga que presto su coro para el tema “You want it darker” en su último álbum, como lo manifestó en una de sus entrevistas hablando de su ciudad natal: “Mi hogar y mi cuartel para la segunda mitad de mi vida”. Para mí, es un gusto volverlo a ver “Mister” Cohen.
Canciones incluidas:
 Wainting for a miracle
 The Future
 So long Marianne
 Suzanne
 You want it darker
 Dance me to the end of love
 I`m your man

2017.





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